Nippon Marathon - Revisión

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¿Estás buscando un juego de fiesta fuera de la caja o simplemente una aventura ligera sin demasiados compromisos y te encuentras con Nippon Marathon, un título que rezuma Japón por todos los poros, no solo por la ambientación, sino también por el estilo extravagante y completamente absurdo? de la producción. ¿Terminaste en el lugar correcto? Descúbrelo en nuestra reseña.



Delirio japonés

¿Te sientes listo para competir en el maratón japonés más loco, desafiando al campeón múltiple Handsome Hazuki? Con este objetivo comienza la aventura de los cuatro protagonistas de Nippon Marathon, todos caracterizados por un diseño extravagante y un trasfondo narrativo. Van desde un anciano vestido de colegiala hasta un hombre con cabeza de perro, solo para que te hagas una idea de qué tipo de locura estamos hablando. Durante el modo Historia atravesaremos Japón, compitiendo en los ocho escenarios de juego disponibles y descubriremos más sobre los corredores, a través de una avalancha de escenas cinematográficas al estilo de una novela visual.


Si el alto nivel de locura inicialmente nos incitó a seguir la trama con atención, la presencia excesiva de diálogos y escenas sin sentido pronto nos llevó a saltarnos casi todo, a tomar medidas de inmediato. De un juego de fiesta, en cambio, no se espera mucho en cuanto a contenido dedicado al un jugador, por lo que no podemos quejarnos mucho, de hecho, es de agradecer cómo Onion Soup ha querido enriquecer su propuesta de videojuego.


El verdadero corazón palpitante de Nippon Marathon es en cambio el modo Versus (jugable en multijugador local hasta cuatro jugadores), en el que tendremos que completar los desafíos propuestos por los distintos circuitos, acumulando más puntos que nuestros oponentes. Para enriquecer la variedad de juego, encontramos otros dos modos, jugables en ocho con un solo pad (simplemente pasando el DualShock al jugador designado cuando llegue su turno), a saber, LOBSTER y Go-Go Trolley. La primera es una verdadera carrera de obstáculos al estilo del castillo de Takeshi, donde ganará el jugador que corra la mayor cantidad de metros en el tiempo establecido; en el segundo en cambio tendremos que jugar a los bolos de una forma poco convencional, derribando los bolos lanzándonos sobre ellos dentro de un carrito.

Carrera de obstáculos

Pero exactamente, en Nippon Marathon, ¿qué hay que hacer? Corriendo sí, pero no solo. Durante cada etapa nos moveremos en escenarios muy diferentes, desde entornos rurales a ciudades, entre localizaciones vinculadas a tradiciones japonesas o metrópolis modernas. Por tanto, cada escenario tendrá diferentes obstáculos que nos impedirán llegar a la meta de forma segura. Además, terminar primero al final no ayudará a ganar; muchos otros factores contribuirán a la puntuación final, como la popularidad que puede aumentar o disminuir en determinadas situaciones (ser atacado por Shiba Inu aumentará la popularidad, sostener un hongo venenoso en tus manos la disminuirá, por ejemplo). Sin embargo, lo realmente determinante al final de cada carrera será el número de estrellas acumuladas; cada etapa se divide en checkpoints y el juego, con una especie de sistema de eliminación, premia al jugador que logra terminar primero al final del checkpoint y penaliza a los demás eliminándolos hasta dos estrellas.



Mi carpintero con treinta mil liras ...

Sin embargo, cada carrera es cualquier cosa menos lineal y a menudo sucederá que pierdas el liderazgo sin siquiera darte cuenta, lo que hace que el resultado de cada etapa sea bastante incierto. Para aumentar la imprevisibilidad están los objetos, como cáscaras de plátano para esparcir por el campo o sandías para lanzar a la cabeza de los oponentes, y los minijuegos dentro de las carreras: desde el laberinto, que darán una estrella a aquellos quienes logran salir de ella primero, pasando por las máquinas tragamonedas, que nos asignarán un bonus o malus al azar, y finalmente la prueba de popularidad, en la que debemos componer frases que agraden al público antes que al resto de competidores.

A pesar de las obvias limitaciones técnicas, que profundizaremos más adelante, y la escasa cantidad de contenido, jugado en la empresa Nippon Marathon logra dar en el blanco, divirtiéndose mucho. La física de Ragdoll, combinada con la loca composición de escenarios y obstáculos, crea situaciones divertidas a las que difícilmente podrás resistir. El efecto no es demasiado duradero, es cierto, con la magia que acaba cuando las distintas etapas comienzan a repetirse, pero durante unas tardes con ligereza el título cumple su cometido a la perfección.



Si de alguna manera hemos justificado la poca cantidad de contenido y la mediocridad del modo Story, realmente nos cuesta hablar positivamente del sector técnico. Dejando de lado varios errores, que lamentablemente nos hemos encontrado más de una vez, el diseño gráfico llama la atención de inmediato al jugador, pero por las razones equivocadas: las texturas y los modelos poligonales están al límite de lo aceptable (como habrás entendido al ver las imágenes y videos en la revisión), con una calidad general, desde las interfaces de los menús hasta los ajustes, entre los más pobres jamás vistos en PlayStation 4 (y quizás también en PlayStation 3). El componente gráfico grotesco, sin embargo, hace (deliberadamente o no, no lo entendimos) aún más basura y sin sentido todo lo que sucede en la pantalla.

El sector del audio, en cambio, se caracteriza por el comentario bizarro japonés, divertido a pesar de la repetitividad y capaz de darle más color y locura a un título que ciertamente no tiene carencias en este sentido. La música de fondo es menos memorable en comparación con los comentarios y los efectos de sonido.



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